martes, 12 de enero de 2016

Yo, Cristina F


"Me gustaría darle parte de mi fuerza y ayudarle, pero creo que necesito toda la fuerza para mi misma".

Por unos de los motivos que me fascina el cine y cualquier tipo de arte en general es la suerte que puedes tener de vez en cuando en descubrir cualquier obra de arte que no supieras de su existencia por simple casualidad y de repente al verlo toque tu alma tan a fondo que pasara ser de alguna forma en el concepto metafísico de la palabra a ser parte de ti mismo.

Esto fue lo que me paso hace algunos años, hablando con una amiga sobre unos de mis proyectos dentro de Lupus Viride, me recomendó esta película: Yo, Cristina F del año 1981, ya que tenia alguna similitudes con mi guion. Yo sin demasiadas esperanzas me puse a verla y al dia de hoy despues de casi tres años no me canso de decirle a mi amiga, gracias Nazaret por hacerme descubrir esta obra maestra que va mas allá de lo cinematográfico, una película que te toca tan adentro que en la vida podrás olvidar ni una escena de ella, gracias por descubrir una película que al día de hoy es en unas de mis favoritas con todos los honores.

Y ahora pasemos a hablar de ella.

Primero hablare sobre el caso real:
En 1978, dos periodistas del periódico sensacionalista de Alemania Stern, Kai Hermmann y Horst Rieck, fueron enviados a cubrir un juicio contra un cabrón que pagaba a chicas menores de edad con heroína a cambio de relaciones sexuales que a menudo llegaba a las filias más perturbadoras. Una de las testigos y victima del caso se llamaba Christiane Felscherinow, que con sólo 14 años ya era heroinómana y prostituta.
Los dos periodistas deseaban investigar sobre el mundo de la droga y los adolescentes y encontraron en Christiane a la persona clave para escribir un reportaje. En un principio acordaron dos horas de entrevista. Pero viendo que el asunto tenía más historia de lo que en un principio ellos creían, acabaron citándose con ella durante dos meses para una serie de entrevistas que servirían para una serie de artículos que se publicaron por entregas en el periódico.
En vista del éxito de los reportajes, la editorial del periódico decidió publicar un libro con las experiencias de Christiane, que se titularía Christiane F. - Wir Kinder von Bahnhof Zoo (editada en España como Hijos de la Droga). Fue todo un éxito de ventas por toda Europa y, naturalmente, era cuestión de tiempo que se adaptase al cine. El hombre que se hizo con los derechos de la historia fue Bernd Eichinger, fallecido el 24 de enero del 2011. Para dirigirla, contó con un compañero suyo de la facultad de cine, Ulrich (Uli) Edel, que debutaba así como director de largometrajes.

Edel buscó el mayor realismo posible para Yo, Cristina F. y las labores de casting fueron exhaustivas a la hora de elegir actores no profesionales que encajasen en los papeles. Christiane recayó en Natja Brunckhorst, de 13 años y sin experiencia en el cine. Detlev, el novio de Christiane, fue asignado a Thomas Haustein.
La propia Christiane F. sirvió como asesora en el rodaje, que se efectuó en las mismas zonas que frecuentaba y en lugares poco recomendables de Berlín en la época.
Para la banda sonora se consiguió los derechos de las canciones del mismísimo David Bowie, el artista favorito de la propia Christiane y quien incluso accedió a aparecer en forma de cameo cantando "Station to Station" en las escenas donde Christiane y su pandilla van a verle en concierto. Muy probablemente Bowie estuviera al tanto de las "andanzas" de Christiane en su época berlinesa y, con su aparición y canciones (y experiencias propias con sustancias poco recomendables varias), decidiera apoyar el mensaje de los peligros de la droga que tiene la cinta.
Cuando se estrenó en Alemania Occidental el 2 de Abril de 1981, fue el mayor éxito de la historia del cine alemán en su momento, un fenómeno social con miles de chicas vestidas como la protagonista y que adoraban a Detlev y tuvo óptimos resultados por toda Europa.
En España se estrenaría casi un año después, el 11 de Enero de 1982.

La carrera de Bernd Eichinger como uno de los productores europeos más exitosos de la historia dio comienzo con esta película, Natja Brunckhorst hizo algunas apariciones puntuales en posteriores películas (entre ellas el Querelle de Fassbinder, 1982) para dedicarse en la actualidad a escribir guiones y Uli Edel obtuvo grandes dosis de respecto entre el mundo del cine con Cristina F. y su posterior y no menos sórdida Última Salida a Brooklyn (1989). Pena que lo tirase todo por la borda con el insulto al cine que es la pelicula Cuerpo del Delito (1993), thriller erótico en plena fiebre de Instinto Básico (1992) realizado a menor gloria de Madonna. TV movies en Estados Unidos y películas sin pena ni gloria fueron su pan de cada día hasta que en 2008 estrenó Facción del Ejército Rojo, que le devolvió el favor del público y la crítica.

Decía el escritor Lorenzo Silva en su comentario de Barry Lyndon (1975) para una colección de cine de un periódico que había un método infalible para saber si uno había visto una gran película: Si, tras acabar la proyección, uno se sentía incapaz de articular palabra sobre lo que había visto, entonces acababa de ver una gran película. Esa situación me la ha producido películas tan dispares como La naranja mecánica (1971), Noviembre (2003), Buried (Enterrado) (2010) por poner unos pocos ejemplos. Ciertamente fue el caso cuando la vi Yo, Cristina F. Básicamente es un viaje a los infiernos de la droga no apto para todos los estómagos y personas sensibles que no ahorra primeros planos de inyecciones de jeringuillas en las venas de los brazos o en otras partes, vómitos, muertes y rostros cadavéricos de drogadictos reales.

Aunque podríamos considerar Yo, Cristina F. como un drama hiperrealista, la etiqueta de cine de terror tampoco desentonaría, y no solo por esa acertada escena en la que se proyectan La Noche de los Muertos Vivientes (1968) y el Nosferatu de Murnau (1922) en la sala de proyección de la discoteca Sound, estableciendo una macabra metáfora con sus protagonistas. A lo largo de dos horas, vemos a una niña con problemas en su hogar materno (padres separados, hermana menor que se va a vivir con el padre, falta de comunicación con su madre y su nuevo novio) que encuentra en su pandilla una "familia nueva". Salen de marcha, van a conciertos, cometen robos, huyen de la policía al ritmo de la versión alemana de "Heroes" de Bowie, acaban sus noches en las azoteas de los edificios para ver amanecer, fuman porros, toman pastillas. El día que Christiane cumple 14 años, empieza su contacto con la heroína, primero esnifándola, después inyectándosela. Poco a poco va convirtiéndose en una zombi real, que para pagar sus hábitos de vida vende su colección preciada de discos de Bowie y después se mete en el mundo de la prostitución, de la misma manera que lo lleva haciendo su novio Detlev. Comienzan las primeras sobredosis, los amigos caídos, los intentos en vano por desengancharse.

Las escenas impactantes van sucediéndose: El paseo por el metro de Berlín con la mirada zombificada de los drogadictos que merodean por allí; Christiane sufriendo una sobredosis en el baño de su casa con su madre intentando entrar; Christiane y Detlev intentando desengancharse y sufriendo las terribles consecuencias del "mono", con Christiane vomitando sobre la cama; Christiane intentando inyectarse heroína en un retrete público cuando aparece por sorpresa otro heroinómano que le roba la jeringa y se inyecta su contenido en el cuello para luego devolvérsela. Natja Brunckhorst bordó su papel y demostró una madurez mental impresionante para rodar sus escenas. Lo mismo puede decirse del resto de actores jóvenes, de los que poco más se volvió a saber. Todas las escenas están rodadas con una fotografía gris, sucia y realista cortesía de Justus Pankau y el habitual del cine de Wim Wenders Jürgen Jurges que encaja con la dureza de la historia, apoyada también en el efectivo maquillaje del legendario Colin Arthur. Los temas de la etapa berlinesa de Bowie que suenan en discotecas o ambientes sórdidos resultan adecuados, en especial el siniestro instrumental "Sense of Doubt" que suena en los últimos minutos.

Para finalizar, me encantaría poder escribir que la verdadera Christiane F. consiguió salir del infierno, como logró hacer Detlev, hoy en día conductor de autobuses, casado y con hijos. Con la fama del libro y de la película, montó un grupo de música y sacó algunos discos al mercado. Pero tuvo caídas y recaídas en la droga, hasta el punto de que las autoridades quitaron la custodia de su hijo en 2008. A comienzos del año 2011 fue cacheada en una redada antidroga por la policía alemana mientras merodeaba por los mercados habituales de Berlín. No se encontraron sustancias en su bolso. Así transcurre su vida mientras aparece de cuando en cuando en periódicos sensacionalistas y programas de televisión del tipo "qué fue de...".

Hace cosa de un año aproximadamente volvió a sacar un segundo libro autobiográfico llamado  YO, CHRISTIANE F. MI SEGUNDA VIDA, la cual los derechos para una adaptación cinematográfica están vendidos y la película esta en proceso de prepoduccíon y con intenciones de estrenarse en diciembre del 2016.

Una obra maestra basada en la vida de Christiane F, visionado obligado para todo amante del séptimo arte. Que la disfrutéis tanto como yo.

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