"Me gustaría darle parte de mi fuerza y ayudarle, pero creo que necesito toda la fuerza para mi misma".
Por unos de los motivos que me fascina el cine y cualquier tipo de arte en general es la suerte que puedes
tener de vez en cuando en descubrir cualquier obra de arte que no
supieras de su existencia por simple casualidad y de repente al verlo
toque tu alma tan a fondo que pasara ser de alguna forma en el concepto
metafísico de la palabra a ser parte de ti mismo.
Esto fue lo que
me paso hace algunos años, hablando con una amiga sobre unos de mis
proyectos dentro de Lupus Viride, me
recomendó esta película: Yo, Cristina F del año 1981, ya que tenia
alguna similitudes con mi guion. Yo sin demasiadas esperanzas me puse a verla y al dia de hoy despues de casi tres años no me canso de decirle a mi amiga, gracias Nazaret por hacerme
descubrir esta obra maestra que va mas allá de lo cinematográfico, una
película que te toca tan adentro que en la vida podrás olvidar ni una
escena de ella, gracias por descubrir una película que al día de hoy es en
unas de mis favoritas con todos los honores.
Y ahora pasemos a hablar de ella.
Primero hablare sobre el caso real:
En 1978, dos periodistas del periódico sensacionalista de Alemania
Stern, Kai Hermmann y Horst Rieck, fueron enviados a cubrir un juicio
contra un cabrón que pagaba a chicas menores de edad con heroína a
cambio de relaciones sexuales que a menudo llegaba a las filias más
perturbadoras. Una de las testigos y victima del caso se llamaba
Christiane Felscherinow, que con sólo 14 años ya era heroinómana y
prostituta.
Los dos periodistas deseaban investigar sobre el mundo
de la droga y los adolescentes y encontraron en Christiane a la persona
clave para escribir un reportaje. En un principio acordaron dos horas de
entrevista. Pero viendo que el asunto tenía más historia de lo que en
un principio ellos creían, acabaron citándose con ella durante dos meses
para una serie de entrevistas que servirían para una serie de artículos
que se publicaron por entregas en el periódico.
En vista del éxito
de los reportajes, la editorial del periódico decidió publicar un libro
con las experiencias de Christiane, que se titularía Christiane F. -
Wir Kinder von Bahnhof Zoo (editada en España como Hijos de la Droga). Fue todo un éxito
de ventas por toda Europa y, naturalmente, era cuestión de tiempo que
se adaptase al cine. El hombre que se hizo con los derechos de la
historia fue Bernd Eichinger, fallecido el 24 de enero del 2011. Para
dirigirla, contó con un compañero suyo de la facultad de cine, Ulrich
(Uli) Edel, que debutaba así como director de largometrajes.
Edel buscó el mayor realismo posible para Yo, Cristina F. y las labores
de casting fueron exhaustivas a la hora de elegir actores no
profesionales que encajasen en los papeles. Christiane recayó en Natja
Brunckhorst, de 13 años y sin experiencia en el cine. Detlev, el novio
de Christiane, fue asignado a Thomas Haustein.
La propia Christiane
F. sirvió como asesora en el rodaje, que se efectuó en las mismas zonas
que frecuentaba y en lugares poco recomendables de Berlín en la época.
Para la banda sonora se consiguió los derechos de las canciones del
mismísimo David Bowie, el artista favorito de la propia Christiane y
quien incluso accedió a aparecer en forma de cameo cantando "Station to
Station" en las escenas donde Christiane y su pandilla van a verle en
concierto. Muy probablemente Bowie estuviera al tanto de las "andanzas"
de Christiane en su época berlinesa y, con su aparición y canciones (y
experiencias propias con sustancias poco recomendables varias),
decidiera apoyar el mensaje de los peligros de la droga que tiene la
cinta.
Cuando se estrenó en Alemania Occidental el 2 de Abril de
1981, fue el mayor éxito de la historia del cine alemán en su momento,
un fenómeno social con miles de chicas vestidas como la protagonista y
que adoraban a Detlev y tuvo óptimos resultados por toda Europa.
En España se estrenaría casi un año después, el 11 de Enero de 1982.
La carrera de Bernd Eichinger como uno de los productores europeos más
exitosos de la historia dio comienzo con esta película, Natja
Brunckhorst hizo algunas apariciones puntuales en posteriores películas
(entre ellas el Querelle de Fassbinder, 1982) para dedicarse en la
actualidad a escribir guiones y Uli Edel obtuvo grandes dosis de
respecto entre el mundo del cine con Cristina F. y su posterior y no
menos sórdida Última Salida a Brooklyn (1989). Pena que lo tirase todo
por la borda con el insulto al cine que es la pelicula Cuerpo del Delito
(1993), thriller erótico en plena fiebre de Instinto Básico (1992)
realizado a menor gloria de Madonna. TV movies en Estados Unidos y
películas sin pena ni gloria fueron su pan de cada día hasta que en 2008
estrenó Facción del Ejército Rojo, que le devolvió el favor del público
y la crítica.
Decía el escritor Lorenzo Silva en su comentario
de Barry Lyndon (1975) para una colección de cine de un periódico que
había un método infalible para saber si uno había visto una gran
película: Si, tras acabar la proyección, uno se sentía incapaz de
articular palabra sobre lo que había visto, entonces acababa de ver una
gran película. Esa situación me la ha producido películas tan dispares
como La naranja mecánica (1971), Noviembre (2003), Buried (Enterrado)
(2010) por poner unos pocos ejemplos. Ciertamente fue el caso cuando la
vi Yo, Cristina F. Básicamente es un viaje a los infiernos de la droga
no apto para todos los estómagos y personas sensibles que no ahorra
primeros planos de inyecciones de jeringuillas en las venas de los
brazos o en otras partes, vómitos, muertes y rostros cadavéricos de
drogadictos reales.
Aunque podríamos considerar Yo, Cristina F.
como un drama hiperrealista, la etiqueta de cine de terror tampoco
desentonaría, y no solo por esa acertada escena en la que se proyectan
La Noche de los Muertos Vivientes (1968) y el Nosferatu de Murnau (1922)
en la sala de proyección de la discoteca Sound, estableciendo una
macabra metáfora con sus protagonistas. A lo largo de dos horas, vemos a
una niña con problemas en su hogar materno (padres separados, hermana
menor que se va a vivir con el padre, falta de comunicación con su madre
y su nuevo novio) que encuentra en su pandilla una "familia nueva".
Salen de marcha, van a conciertos, cometen robos, huyen de la policía al
ritmo de la versión alemana de "Heroes" de Bowie, acaban sus noches en
las azoteas de los edificios para ver amanecer, fuman porros, toman
pastillas. El día que Christiane cumple 14 años, empieza su contacto con
la heroína, primero esnifándola, después inyectándosela. Poco a poco va
convirtiéndose en una zombi real, que para pagar sus hábitos de vida
vende su colección preciada de discos de Bowie y después se mete en el
mundo de la prostitución, de la misma manera que lo lleva haciendo su
novio Detlev. Comienzan las primeras sobredosis, los amigos caídos, los
intentos en vano por desengancharse.
Las escenas impactantes van
sucediéndose: El paseo por el metro de Berlín con la mirada zombificada
de los drogadictos que merodean por allí; Christiane sufriendo una
sobredosis en el baño de su casa con su madre intentando entrar;
Christiane y Detlev intentando desengancharse y sufriendo las terribles
consecuencias del "mono", con Christiane vomitando sobre la cama;
Christiane intentando inyectarse heroína en un retrete público cuando
aparece por sorpresa otro heroinómano que le roba la jeringa y se
inyecta su contenido en el cuello para luego devolvérsela. Natja
Brunckhorst bordó su papel y demostró una madurez mental impresionante
para rodar sus escenas. Lo mismo puede decirse del resto de actores
jóvenes, de los que poco más se volvió a saber. Todas las escenas están
rodadas con una fotografía gris, sucia y realista cortesía de Justus
Pankau y el habitual del cine de Wim Wenders Jürgen Jurges que encaja
con la dureza de la historia, apoyada también en el efectivo maquillaje
del legendario Colin Arthur. Los temas de la etapa berlinesa de Bowie
que suenan en discotecas o ambientes sórdidos resultan adecuados, en
especial el siniestro instrumental "Sense of Doubt" que suena en los
últimos minutos.
Para finalizar, me encantaría poder escribir que
la verdadera Christiane F. consiguió salir del infierno, como logró
hacer Detlev, hoy en día conductor de autobuses, casado y con hijos. Con
la fama del libro y de la película, montó un grupo de música y sacó
algunos discos al mercado. Pero tuvo caídas y recaídas en la droga,
hasta el punto de que las autoridades quitaron la custodia de su hijo en
2008. A comienzos del año 2011 fue cacheada en una redada antidroga por
la policía alemana mientras merodeaba por los mercados habituales de
Berlín. No se encontraron sustancias en su bolso. Así transcurre su vida
mientras aparece de cuando en cuando en periódicos sensacionalistas y
programas de televisión del tipo "qué fue de...".
Hace cosa de un año aproximadamente volvió a sacar un segundo libro autobiográfico llamado YO, CHRISTIANE F. MI SEGUNDA VIDA, la cual los derechos para una adaptación cinematográfica están vendidos y la película esta en proceso de prepoduccíon y con intenciones de estrenarse en diciembre del 2016.
Una obra
maestra basada en la vida de Christiane F, visionado obligado para todo
amante del séptimo arte. Que la disfrutéis tanto como yo.